Es posible que decidamos contar con una persona en las vacaciones escolares estivales, habitualmente mujer y joven, quizá estudiante y generalmente de otro país y con otro idioma diferente al nuestro, acogida temporalmente en nuestra familia a cambio del cuidado de nuestros hijos.
Muchas son las familias que lo hacen, y resulta beneficioso para todos, porque estas personas ganan un dinero trabajando mientras viven una experiencia enriquecedora, que también viven los niños a quienes cuidan, siendo que se relacionan con personas nuevas y aprenden nuevos idiomas, y los padres disponen de más tiempo para sus labores, sabiendo que sus hijos están bien atendidos y seguros.
El programa de intercambio cultural au pair, tal como se define en el Acuerdo Europeo de Colocación Au pair, define a esta como una persona entre 18 y 30 años dependiendo de las normas particulares del país de destino que quiere vivir una experiencia en otro país y sumergirse en su idioma, cultura y costumbres. Con un interés genuino por los niños, convive con una familia recibiendo de ésta, alojamiento, pensión completa y un dinero de bolsillo semanal, a cambio de ayuda en el cuidado de los niños y tareas domésticas, unas 30 horas semanales en Europa.
Muy a menudo esta joven, para los peques, se convierte en una hermana mayor temporal, y entre ellos surge una relación afectiva y cercana de por vida. Es una manera muy eficaz de lograr un intercambio cultural para nuestros hijos, que les abrirá las mentes y les generará expectativas a futuro. Parece que es una de estas cosas a las que podemos considerar el más por menos, en la crianza y la educación de nuestros hijos.
¿Y porque no? Si es una opción segura, cómoda, directa, sólida, tan solo debemos elegir bien, desde el sentido común informado, la procedencia y recomendación de nuestra AuPair, conocerla con suficiente antelación y conversar para acercarnos más a ella y ella a nosotros, sin dejarnos preguntas por hacer e invitándola a ella a hacer lo mismo. Porque si ella se siente bien con nosotros, será recíproco y, lo más importantes, nuestros hijos se sentirán cuidados, atendidos y felices.
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