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  • Foto del escritorRaquel Villaescusa

Lactancia, natural o artificial, no sólo comida.

Nuestro bebé lleva toda su vida en un estado ideal en el todo le viene dado e inconsciente. Es feliz sintiéndose protegido. No conoce la necesidad, porque todo le es dado desde el instinto del cuerpo de su madre. De repente se ve arrastrado. Sabe que tiene que salir, que le espera un mundo nuevo y desconocido, que es lo que le toca ahora, pero tiene miedo. Y llega a un lugar en el que ya no flota, siente frío, hambre, sed, sueño, y su cuerpo libera sustancias. Pero no puede ponerle nombre a nada de lo que le pasa... Menos mal que se encuentra con mamá. Menos mal que puede trepar por su vientre, ese que le sirvió de hogar, de refugio, de sostén, para llegar a la que desde ahora será su fuente de alimentación natural, al pecho de su madre. Y así comienza una diada perfecta que le acompañará en su vida, en su crecer, en su desarrollo, hasta que ambos así lo quieran.


La lactancia es vínculo, afecto, reposo, sosiego, refugio, vuelta a nuestra niña interior, amor absoluto. Es magia: sirve para comer, para curar, para acompañar, para calmar, para dormir… Y siempre que mamá y bebé estén dispuestos, no tiene final… Lactancia es MAMÁ. La lactancia natural es una función social y vital fundamental, pero no siempre es socialmente bien recibida. A veces la sociedad, el sistema y el entorno no ayudan, nos victimizan y nos generan unas expectativas incumplibles, preludio de culpa, tristeza, decepción, incomprensión, miedo, apatía…


La lactancia se puede convertir en una carrera de obstáculos, que nos puede llevar al abandono involuntario y a un duelo difícil de gestionar. Además, que la lactancia natural no produzca bienes económicos y no favorezca los ingresos de la mercadotecnia del bebé, no ayuda.

Durante el embarazo, no siempre podemos disfrutar de la conexión que genera un proceso consciente. Ya no vivimos en núcleos familiares y la mujer se encuentra con la soledad. Y cuando se acerca el parto se despiertan el miedo al dolor y a lo desconocido, y llegamos a casa con nuestro bebé esperando que alguien nos guíe en esta nueva aventura.

En los primeros días después tras el parto, la gran mayoría de las mujeres tienen inseguridades relacionadas con la lactancia. El desconocimiento, los frenos del sistema y la falta de apoyo son claros enemigos, pero para solventar eso están los conocimientos de los profesionales especializados y los grupos de crianza y lactancia.


Y nuestros hijos e hijas transcurren por sus crianzas acompañados por este lactar. La crianza en brazos y el contacto constante facilitan una lactancia exitosa. Portear es una herramienta excelente para favorecer la lactancia materna. Un fular elástico o una bandolera te puede ayudar porque son bastante compatibles con lactancia, y de más mayorcitos una mochila ergonómica también.


Pero en crianzas en las que suceden momentos y situaciones que requieren cierta adaptación. Con la separación, porque toque ir a la escuela infantil, porque se queden puntualmente con algún cuidador, dejan de comer o comen menos y esperan a mamá. Y esperan, porque para ellos la leche sin mamá no es, para nada, la misma cosa. Y es que la separación temprana requiere de muchísima adaptación, puesto que nosotros sí sabemos porque es y cuando será, pero ellos no, y su sensación es de abandono. Esto puede generar ciertos desajustes en la lactancia instaurada, pero con paciencia, empatía, comprensión y ayuda profesional, si corresponde, se resolverá. Afortunadamente pronto se acostumbran a las nuevas rutinas y a sus nuevos cuidadores, y esperan felices la vuelta de mami. La llegada de un hermano o los cambios en sus rutinas pueden generar una involución o algún cambio en su lactancia. La llegada de otros alimentos y, después, de la alimentación sólida, pueden generar interferencias, pues estas son otras motivaciones alimentarias, que tendrán que encontrar su lugar en el cerebro de nuestro peque, y en nuestro entender de cómo evoluciona su lactancia.


Y llega el momento de interrumpir esa lactancia, o de manera natural se va minimizando hasta desaparecer. Pero mamá sabe que es lo que toca o lo que corresponde, y el bebé sabe que no está solo, que mamá y papá siguen ahí, y siempre seguirán ahí, coma lo que coma y venga de donde venga ese alimento.

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