Emociónate en familia: aprender a disfrutar de las emociones en el entorno familiar
Los juguetes y los juegos van por etapas, según su momento evolutivo. Pero para acertar con los juegos como herramientas de gestión emocional y de vínculo familiar, analicemos primero por qué los niños están estresados.
Es evidente e innegable la exposición de los peques a situaciones de violencia, tanto real como ficticia, a través de su socialización y de las plataformas tecnológicas. La preocupación por las tareas escolares, las calificaciones y las actividades extraescolares. Las cuestiones que surgen en sus relaciones con los amigos y su necesidad de pertenencia grupal según su momento de socialización. Los cambios que afectan a su vida desde lo cotidiano en los distintos contextos de su vida, lo que les llega de los problemas de los adultos. Cambios físicos y emocionales en su persona según van creciendo. Como veis los niños sí tienen preocupaciones y si pueden vivirlas desde la inquietud y el nerviosismo.
Los niños no reconocen el estrés, y pueden somatizar desde lo inconsciente sus consecuencias.Por ello es importante que, desde el mundo adulto, les ofrezcamos herramientas, personales y compartidas, para contactar con el momento presente, sin distracciones, y que de paso potencien valores, creencias, habilidades, independencia, autoestima, seguridad... felicidad... Y para eso es de mucha utilidad conocer desde dónde entiende cada peque, es decir: cuál es su inteligencia más destacada.
También es fundamental conocer las necesidades y habilidades de los peques según su edad, para escoger el juego o la actividad más adecuada. Para los bebés, cuanto más sencillo, mejor. Es la etapa de los estímulos y de experimentar emociones. De 9 a 12 meses sucede el desarrollo motor. Hasta los dos años corresponde estimular sus habilidades. Después, la creatividad.
Desde estas premisas, ¿qué actividades lúdicas y de entretenimiento y dispersión podemos compartir con nuestros hijos e hijas, y que además sean herramientas de comunicación y gestión emocional en familia?
El mindfulness para niños aporta toma de conciencia del momento presente, reduciendo el estrés cotidiano y proporcionando equilibrio y bienestar. Juegos con pomperos para practicar la respiración o la "bola de nieve" para soltar preocupaciones son ejemplos de actividades desde la atención plena.
Actividades que les ayuden a reconocer emociones y ponerles nombre son muy interesantes, porque difícilmente podrán gestionar lo que sienten si no saben cómo se llama. "Mi familia pintada" (dibujar a su familia con trazo sencillo y con tiempo limitado) es una actividad que refleja cómo se ven ellos y cómo ven a los míos en su sistema familiar. Para los más peques, identificar caritas con emociones básicas es muy aportador.
"¿Cerebro gris o cerebro de colores?" es un juego que favorece de distinción entre la inteligencia racional y la emocional (lo cotidiano y logístico o lo que corresponde a las emociones y los entimientos). Alguien cuenta una historia y ellos tienen que distinguir si corresponde a lo racional (cerebro gris) o a lo emocional (cerebro de colores).
El poder del lenguaje es una garantía para lograr una comunicación eficaz. Los juegos dinámicos y participativos sobre las palabras, las descripciones, las adivinanzas, ayudan a ejercitarlo.
Juegos y actividades que les den pistas para conocerse y reconocerse. Que les muestren sus fortaleza y debilidades, que les acerques a sus oportunidades y les alerten sopbre las amenazas. Que les ayude a descubrirse a sí mismo, como es y cómo le gustaría ser.
Los cuentos son la mejor herramienta para aportación en valores, propios y ajenos, familiares y pertenecientes a otros contextos de su cotidianidad. A reconocer toxicidades, a identificar sus miedos, a entender conflictos y cuestiones que a menudo son complicadas de trasladar para los adultos.
Los niños reciben, comprenden e integran desde el juego, porque es lo que más coincide su creatividad y fantasía natural, y además les sucede a otros (niños, familia, muñecos...) con lo que la vivencia es en tercera persona y la distancia emocional hace que vivencia resulta menos intensa para ellos, y así más fácil gestionar.
Jugar en familia es guiar, escuchar, recibir, conocer, amar y ser amado, disfrutar acompañando sin más expectativas que el regalo de poder conpartir, aprender y enseñar desde el vínculo y el afecto. ¡No os lo perdais!
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