INTELIGENCIA EMOCIONAL PARA TIEMPOS PANDÉMICOS
- Raquel Villaescusa
- 18 ago 2021
- 3 Min. de lectura
Si tienes niños o niñas, o si tus hijos son ya adolescentes, seguro que piensas en qué mundo les quedará. Paro, despidos, expedientes de regulación de empleo, quiebras, cierres… Estamos viviendo un tiempo incierto… La actual situación sanitaria y económica no lo pone fácil.
Tengo 2 hijos, de 5 y 14 años. Estamos pasando una etapa de estrechez económica, y además, la inseguridad de lo que vendrá después. Reducimos gastos hasta donde podemos, generamos ingresos hasta donde podemos, y consideramos gastos necesarios los mínimos que procuren actividades a los niños que, en estos días, les hagan sentir, aún sin viajes, que están de vacaciones. Crianza, comida, casa e hipoteca, han de quedar garantizados. Y no habrá para mucho más. La educación en administración familiar que he recibido, que siempre me fue útil, ahora me está siendo imprescindible.
Aprendí a anotar todos los pagos y salidas de dinero, a hacer presupuestos, a aprovechar al máximo la comida, a utilizar el ingenio para poder tener una alimentación sana con poco coste, y a hacer un montón de cosas para llegar a fin de mes.
La vida es un gran desafío que potencia nuestras capacidades y habilidades, que convierte nuestras debilidades en fortalezas y las amenazas externas en oportunidades. Y la fuerza nos la dan las bases que nos sostienen: la familia, los amigos, nuestras personas cercanas. Así que, lo que nos toca, es entrenarnos para incrementar las competencias personales, emocionales y financieras, para que nuestro ejemplo les llegue a nuestros hijos en un mundo sometido a tensiones y grandes cambios, y practicar la resiliencia para salir reforzados. Que los errores y los momentos difíciles nos y les sirvan para aprender. Se trata de ser responsables y consecuentes. La responsabilidad individual y colectiva nos lleva a tomas acciones resolutivas y proactivas, que no es posible que nos lleven a otro lado, que a mejorar.
Y ya sabes: si algo no funciona, cámbialo, no te empeñes en repetirlo, sólo porque siempre funcionó o porque otros lo hicieron antes así. La vida cambia, se mueve, y las personas somos diferentes. Las herencias y lealtades no siempre han de quedarse por siempre. Lo que nos vale en la vida se queda, lo que no se cambia o se elimina. En cualquier caso, que lo que hagamos sea nuestro, y no de los demás, y que lo hagamos pensando, y no en automático y sólo porque sí. Si algo te bloquea, no te permite avanzar, a pesar de intentarlo por todas formas, es que ya no sirve. Toca resetear, desconectar, corregir, renovar... Las “recetas” de “toda la vida”, no “siempre” funcionan.

Estamos ante un tsunami vital nunca vivido por los que aquñi estamos ahora, social, económico, humanitario, medioambiental, ético, moral…, con consecuencias importantes, que marcarán un antes y un después para todos, en el rol y situación en la que estemos, y los patrones cambian con ello. El mundo no va a ser como era antes. La “nueva normalidad” no es “normal”, es una “nueva realidad”, y pasará un tiempo hasta que la repetición y la experiencia lo convierta en “normal”. Pero, por ahora, hemos de centrarnos en lo presente, sin mirar atrás, para poner todo nuestro esfuerzo en el aquí y ahora.
El cambio permanente será lo constante. La resiliencia impera. Es una cualidad que hemos de entrenar, fortalecer, maximizar y transmitir. Y así, más adelante, podremos mirar atrás y ver esto como una época de enormes pruebas y desafíos que nos han hecho más flexibles, creativos y fuertes, y si hemos aprendido, también más solidarios.
Las desigualdades e injusticias que ya estaban, se evidencian. Las corrupciones, donde existían, también. Ya no hay parches para todo. Las deudas de los gobiernos son insostenibles, y esta vez nos llegan las consecuencias. Toca acostumbrarse a vivir con eso. Ya no es posible que nos salve “papá Estado”.
Tensiones, crispación, rivalidad… Necesitamos pasar a la acción de manera personal y urgente, en la búsqueda de nuestro beneficio. Mientras los grandes se ponen de acuerdo, las personas, los individuos, las familias, los autónomos, como tú y como yo, tenemos que encontrar la manera de avanzar en el día a día, de afrontar las dificultades, de seguir adelante.
La inteligencia emocional es la herramienta, sin duda. Aceptar la realidad tal como es, buscar lo positivo, aprovechar las oportunidades, evitar las pérdidas que sea posible evitar, y asumir las que no. Sacar fuerzas, centrarse en “lo que depende de uno”, armarse con coraje, no dejarse llevar por la tristeza o la desesperanza, pero vivirlas cuando llegan y darles su espacio, rechazando con fuerza el regodeo insano. Levantarse cada día con la firme resolución de avanzar. Convertir la rabia en fuerza. En firmeza la vacilación. En valor las dudas. La pérdida en un nuevo comienzo. No mirarse al ombligo, sino crear redes de apoyo solidario. Y ser muy consciente de que lo nuestro, positivo o negativo, influye también a los nuestros.
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