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¿Estará mi hij@ viendo porno?

  • Foto del escritor: Raquel Villaescusa
    Raquel Villaescusa
  • 8 jul 2021
  • 2 Min. de lectura

Nuestros hijos están en el mundo, y participan de él. A veces están con nosotros, pero a veces no. Y en esta sociedad hipersexualizada, el sexo está normalizado, y lo online siempre está presente, y quienes distribuyen pornografía se aprovechan de ello, y de la facilidad de acceso de los menores al entorno digital, para acceder, delinquir y dañar.


Son cuestiones que, igual que las redes de pornografía infantil, están casi todos los días en los titulares de nuestros diarios.


Vemos anuncios de trabajo en webs y no sospechamos. Piden el consentimiento de los progenitores, pero es fácil falsificarlo, y les llega. Si, contamos con aplicaciones especializadas en infancia, programas de control, programación especializada en medios, y confiamos… Pero luego las cosas pasan.


Debido a esa normalización, ya no son sólo pedófilos los que lideran estas difusiones, son personas normales, incluso estudiantes, personas con malas intenciones o sin ellas, personas con conciencia de lo que hacen, o no. Cualquiera puede colgar un video, foto o texto en redes sociales o plataformas online, cualquiera puede hacer llegar un mensaje por WhatsApp. Todos estamos expuestos, pero los niños y adolescentes son material sensible, y necesitan protección. Que pueden acabar como víctimas, es una realidad.




Ya hace tiempo que oímos y hablamos de contenidos no correspondientes al contexto infantil que se cuelan en canales infantiles online, aun presentándose como protegidos. Aunque eliminen lo que hay, pueden volver a insertarse o que otros contenidos similares se presenten, sólo es cuestión de tiempo. Es necesario demandar protección real y que las familias y lo educadores se informen y tomen conciencia de lo que implica el uso de dispositivos móviles e internet por parte de sus hijos y alumnos, y de su entorno.


Optar por elegir canales seguros es importante, pero no suficiente. Os invito a reflexionar sobre la importancia de que todos en el mundo adulto, con hijos o sin ellos, tengamos claro de qué se trata. Esto es grave y viral.


Para romper con estas cuestiones que amenazan la integridad, la salud emocional y física, y el desarrollo y la felicidad de nuestros hijos, pequeños, preadolescentes y adolescentes, es romper también con el miedo y los condicionamientos, y el acatar las normas en automático, porque desde ahí negamos o minimizamos la realidad a veces. Rescatemos nuestro criterio, sentido común, conciencia, capacidad, instinto, y enfrentémonos a la impunidad con la que circulan estos contenidos.


Y como mientras la legislación se renueva y se regula, el ritmo de este negocio crece, dado el negocio lucrativo que supone, nos toca ser proactivos: ¿Cómo concienciar a los menores? Como en otras cuestiones de la crianza, valores, confianza, espacio, escucha, y conversación desde la información. Que estén seguros de que en esto también pueden contar con nosotros. Y, por supuesto, como con todo con los niños, genérales modelos de conducta conscientes, respetuosos y reales, desde el ejemplo. Porque sexualidad, sexo, sensualidad, amor y pornografía, son cosas muy diferentes.

 
 
 

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