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  • Foto del escritorRaquel Villaescusa

DIVERSIDAD DE GÉNERO EN LA INFANCIA

Hay niños que nacen diferentes de lo que marca el sistema, de lo que nos han dicho que tiene que ser, de lo que esperamos, casi siempre. Es la discordancia entre lo que sienten que son y lo que los demás les dicen que son. Son niños y niñas, niñes, que, desde su primera infancia, no se reconocen en sus supuestos iguales y expresan una identidad de género distinta, algo que, como mínimo sorprende a todo su entorno, empezando por sus familias.


Intentarán explicarlo, pero nuestra comprensión dependerá de su capacidad para expresar lo que sienten, aunque no siempre es fácil, sobre todo s aun son pequeños. La consciencia absoluta llegará con la pubertad, con unos cambios importantes que suelen resultar difíciles de asumir. Si no llegaron antes, es ahora cuando aparecen con urgencia el reconocimiento de género, de identidad, del nombre elegido. Llegan los bloqueadores, los inhibidores y la hormonación, y es legítimo su derecho de libre expresión.


Aunque la sociedad ha cambiado y los menores son cada vez más escuchados, acompañados y apoyados, aún hay mucho camino que recorrer, y la disconformidad de género es uno de ellos. Con mucho esfuerzo, sus familias están logrando que se visibilice, se respete y se integre, pero la incomprensión y el desconocimiento siguen presentes.

Es importante tomar conciencia de esto: Ellos nunca pidieron ser así. Nacieron así. Escúchales, recibe y respeta sus señales y ofréceles opciones. Los niños perciben si su entorno es seguro o no a la hora de expresarse. Tras reconocerse a sí mismos tienen que mostrarse en su familia, su entorno y en la sociedad. Necesitan poner nombre a su realidad y poner en palabras su proceso, y sobre todo sentirse acompañados y sostenidos por los suyos.


Es fundamental para el equilibrio emocional de estos menores y sus familias que todo suceda con la máxima agilidad. El tiempo pasa muy rápido para los niños. Los padres intentan dar voz a sus hijos, pero si es sistema no acompaña, no sirve de nada. Se requiere de protocolos, regulación, legislación, reconocimiento desde la educación, la salud y la cultura. Desmontemos el estigma desde un lenguaje consciente, empático, libre, que sea fiel a la realidad tal cual, sin trabas. Evitémosles la intolerancia, la incomprensión, el desconcierto, la desinformación, el rechazo, la falta de respeto, el sufrimiento, el miedo...


Es una necesidad vital que los demás les vean como ellos se ven, como ellos saben que son, que se sientan como un niño más. Nacieron libres, como todos, y solo piden seguir siéndolo, sin tener que traicionarse a sí mismos.


Afortunadamente existen asociaciones y colectivos libres de prejuicios y con el único objetivo de defender sus derechos y ofrecerles apoyo e información, desde profesionales especializados y familias con experiencias similares. Pero la normalización y visibilización desde la crianza y la educación es el principio de todo. Crear referentes en mayores y pequeños es fundamental.

Heterosexual, homosexual, asexual, lesbiana, disforia de género, transexual, bisexual, polisexual, neutro… Todos igual de iguales e igual de diferentes… Todos somos personas.

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