No paramos de escuchar que los niños no vienen con instrucciones, y así es. Cuando somos padres comenzamos un libro en blanco. Somos lo que éramos, más lo que deviene de la paternidad o la maternidad. Ahora el reto es criar y educar.
Pero tenemos una excelente ventaja:
El juego es la herramienta natural de aprendizaje del ser humano en su primera infancia. Es el más por menos. Es de dónde viene el desarrollo neuronal, emocional y físico. A través de él los niños, desde que nacen, practican y maximizan la motricidad fina y gruesa, avanzan por sus etapas evolutivas, aprenden valores... En definitiva, experimentan la vida en primera persona mientras disfrutan, que es la única manera que tiene el ser humano de aprender de verdad, interiorizando y asentando lo aprendido.
El juego es el más por menos. La herramienta perfecta para aprender disfrutando.
Así que, a jugar, a compartir el juego con nuestros hijos, a motivarles en el juego como herramienta de vida. Y qué mejor manera que hacerlo desde el respeto, el vínculo y el apego, desde la observación y la presencia, desde el estar sin hacer, desde el acompañar su propia naturaleza. Es decir, desde la metodología Montessori.
No soy experta en Montessori, pero la experiencia con mis hijos y la observación desde el coaching de educación y familia, me permiten esta honesta y admirada reflexión.
María Montessori dio nombre sin quererlo a este método, cuando decidió recoger a niños de diferentes edades y agruparlos en un mismo espacio, ofreciéndoles herramientas de juego para que personalizar su aprendizaje, estando ella en presencia y acompañamiento, como guía desde la escucha activa y la empatía. Hoy en día, Montessori es un modelo, una escuela, una línea de educación alternativa en la etapa infantil, que nos propone enseñar desde el juego.
Montessori es un modelo de educación alternativa que ofrece aprendizaje desde el juego respetado y acompañado.
Tenemos escuelas especializadas, líneas de trabajo de espíritu Montessori en escuelas infantiles y juguetes y materiales educativos Montessori. Opciones no nos faltan. Pero si queremos empezar por practicar en casa, lo tenemos fácil.
Para conseguir un ambiente Montessori en nuestro hogar, necesitamos un espacio diáfano, con luz natural, pocos elementos y todos al alcance de nuestro hijo, según su momento evolutivo. Los materiales a utilizar deberán ser naturales, pues es con lo que conectamos mejor. Además deberán ser sencillos, manipulables y versátiles, siempre recordando que cuanto menos haga un juguete, más hará en la mente de un niño. Podemos integrar elementos de marca Montessori o inspirarnos en ella para crear nuestros propios materiales.
Una vez que tenemos diseñado y preparado el espacio y los materiales, hemos de invitar al niño a conocerlo, experimentarlo y disfrutarlo, observando sus reacciones sin intervenir, para acompañar sus demandas y guiar sus pasos, si lo necesita. El niño encontrará la manera de jugar y aprender, según sus motivaciones, y le dará a cada elemento un uso propio de la mano de su imaginación.
Espacio diáfano, luz natural, materiales naturales y todo a su alcance. Ya tenemos nuestro espacio Montessori en casa.
Recuerda que el ser humano aprende desde la experiencia y el disfrute, y eso es jugar.
No dejemos nunca de jugar, porque nuestro hijo interior nos acompaña. No dejemos nunca de aprender, porque esa es la magia de la vida.
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