Hablemos de emociones y adolescencia, un tema que remueve a muchos padres. "¿Qué demonios le pasa? Pasa de la risa al llanto en un segundo, sin motivo aparente, incluso sin saber explicarlo, y será normal, pero..., no es nada fácil… y además, me recuerda a mí a su edad…, y hay algo ahí que…, no se…
Como tú ya superaste esa etapa evolutiva, te cuesta entenderla y conectar con ella. De ahí que sientas frustración. Necesitas esa valiosa información que te haga comprender el cerebro de un adolescente y que te ayude a conocer cuáles son sus motivaciones.
Sabes que lo más importante es mantener vivo su interés por conocer, por saber, por aprender… A conocerse, y a entender, empatizar, validar y respetar… A relacionarse y comunicarse… A ser responsables y autónomos… Es un aprendizaje para los padres, porque en nuestra generación no lo tuvimos. Así que, a trabajar tus emociones, porque sólo serás capaz de entender y enseñar a tu hijo/a a gestionar sus emociones en la misma medida que conozcas y gestiones las tuyas. Y mientras, sigue trabajando la comunicación familiar, el vínculo en familia y vuestro proyecto familiar, y no lo dejes nunca.
Da espacio, fomenta su rol, pregunta, espera, escucha, y aprende qué necesitan y desde dónde lo reciben…, y sobre todo, respeta sus tiempos. Y como revivirás tu propia adolescencia, aprovecha para ordenar tus recuerdos y emociones, las cuestiones resueltas y las que aún no lo están, e incluso para conversar con tus padres sobre ello. Usa lo que te sirvió, pero "a tu manera", porque si no hacemos nuestras las acciones, sólo estamos replicando, sin pensar, sin adaptar, sin interiorizar, sin personalizar, y entonces no serán VERDAD.
Quizá sea duro asumirlo, pero sabemos que las drogas, la pornografía, la violencia, el alcohol, el maltrato están presentes en su ambiente, en su cultura, desde sus redes sociales o desde las de sus amigos, la desigualdad, el racismo o la violencia, de género y en general, están ahí, y si no lo hacemos parte de nosotros también, y de nuestra relación con ellos, será invisible, se nos escapará… No hay control parental que pueda con lo que ven nuestros hijos en las redes, pero es que esa no es la solución, porque lo que no ven en nuestros dispositivos, lo ven en los de los demás..., la solución pasa por una comunicación honesta, frecuente, fluida, activa y proactiva, eficiente y eficaz, con nuestros adolescentes en familia, y por el respeto a sus zonas privadas, a sus secretos, desde la confianza por nuestra parte, y generando en ellos la confianza de saber que, lo que sea que les ocurra, lo pueden compartir con nosotros.
¿Por qué a muchos adultos nos cuesta hablar de según qué temas con nuestros hijos? ¿E incluso también entre nosotros, o con nosotros mismos? Estamos en medio de dos generaciones contrapuestas, con referentes que se repelen. Estamos expuestos, a través de ellos, a situaciones, espacios y normas sociales desconocidos e incomprensibles para nosotros. A menudo, sin haber recibido educación afectiva o sexual, nos vemos en la necesidad urgente de ofrecérsela. ¿Cómo normalizamos todo eso?
No pienses que tu hija o tu hijo no está ahí, que eso no le pasa a él, porque te equivocas. Así que, ponte en marcha. Aprende a reconocer las señales, a desmontar estereotipos, a enseñarles la importancia de quererse y a distinguir el amor de lo que no lo es. Es hora de cambiar tu visión: Tu hijo e hija es adolescente. Está en esa etapa de su vida en la que la infancia se acaba y da paso a su vida adulta. Está en el ensayo definitivo de su YO adulto. Tiene ganas de probar por muchas cosas por primera vez, y además esa es su obligación como ser humano, en el ciclo vital en el que se encuentra. Desea por encima de todo ser aceptado entre sus iguales, porque el ser humano es, ante todo, sociable, y necesita de pertenencia, de grupo, de tribu. Se ve independiente y quiere ser libre, porque sólo desde la libertad se crece, se llega al empoderamiento y se alcanza la felicidad. Así que contamos con la mejor base para ayudarles a ser críticos, responsables, autónomos, independientes, a tener criterio propio. Ofréceles espacios en los que desarrollar su potencial, y ambos os veréis recompensados.
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