Si tienes un negocio presencial, online, o quieres centrarte en el mercado digital, la marca es el principio de todo.
La marca no viene sola, requiere construcción, y para ello, estrategia. Tu marca ha de ser el reflejo de tus valores, porque tu proyecto eres tú. Haces lo que eres, no eres lo que haces, y eso debe plasmar verdad en tu propuesta. Así que, piensa antes de actuar y encuentra tu foco, tu porqué, tu para qué, tu desde dónde y tu hacia dónde. Porque, una vez definidos, los valores de marca son la herramienta perfecta para filtrar la toma de decisiones, tanto en nuestra vida como en el emprendimiento. Y desde las decisiones correctas en emprendimiento, atraerás a las personas adecuadas.
Si lo haces desde tu verdad, lograrás una verdadera cultura de marca, construirás tu tribu, tu comunidad…, dejarás de ser uno más, de ser un logotipo, y ofrecerás personalidad, eso por lo que las personas nos diferenciamos y enamoramos.
Así que, conecta con tu audiencia a través de las emociones y crea experiencia de marca, si no impactas no marcas, no hay marca. Se coherente: tu imagen eres tú, es tu negocio.
La innovación en la marca es punta de lanza para la competitividad. El binomio marca-innovación es fundamental para generar valor de una empresa, su esencia ha de ser pura innovación, y su identidad transmitir las claves de tu éxito.
Hacer marca también fidelizar, por supuesto. La marca es como una persona, con sus características, sus ventajas e inconvenientes, sus valores y creencias, sus trabas, sus debilidades y fortalezas, sus encantos y sus manías. Humaniza tu marca y humanizarás la relación entre tus clientes y tus productos, entre tu público y tú. Usa palancas como la cercanía, la confianza, la ética, la empatía, la validación. Que el cliente se sienta comprendido por ti y que tu producto resuelva intrínsecamente sus necesidades, las que ya tenía y las que tú le has hecho descubrir.
Una marca es emocional porque, si has hecho las cosas bien al crearla, es personal. Somos seres racionales, sí, pero lo que de verdad nos mueve son las emociones. El marketing emocional nos grita una y otra vez que debemos humanizar las marcas, conectar y comunicar con las personas para generar experiencias únicas. Así que, cuando tu cliente esté a punto de relacionarse estrechamente con tu marca, ¿qué quieres hacerle sentir? Porque no dudes en que lo que cualquiera busca al comprar, es un cambio, sentirse distinto, renovarse, totalmente o en alguno de sus aspectos. Y ese impulso lo genera solo una emoción. No tardes en encontrar, desarrollar y fomentar la emoción de tu marca personal. Si quieres pistas, recuerda que las emociones básicas son la alegría, la tristeza, la apatía o aburrimiento, el susto o el miedo, la rabia o la ira, la sorpresa y la felicidad o plenitud. A partir de ahí suceden las emociones secundarias, que provienen de estas básicas, y son como su consecuencia, su siguiente nivel, y en este listado podrían estar la confianza, la calma, la claridad, la diversión, la motivación, el deleite…
Una vez que elijas la o las emociones que se identifican con tu marca, ponte manos a la obra con la estrategia de comunicación vas a seguir para asegurarte que esto se perciba. Parte siempre de la base de ofrecer soluciones y conexión emocional, de conquistar con tus propuestas, de que tu diferencia sea su necesidad.
Trabaja tu marca y refuerza el valor de los intangibles en la diferenciación, competitividad y perdurabilidad de tu empresa.
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